El carmín de la barra de labios se resbala por las comisuras de mis labios. Cojo un pañuelo de la caja y me inclino hacia el espejo para reparar los daños. Es un espejo antiguo, así que la imagen proyectada siempre tiene unas pequeñas ondas que distorsionan. A veces puede hacer que parezcas una princesa elegante atrapada en el tiempo; otras veces te hace parecer un cerdo.
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