-Sabe muy bien que lo que le ofrecen no tiene precio. ¿Qué podrías ofrecerle tú a cambio de la eternidad? ¿Qué puedes regalarle que valga más que la libertad?
-Vivir la vida, eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una hoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida. Perdéis la capacidad de sentir, de emocionarse. Eso es lo que nos hace amar la vida. Buscáis una existencia sin límites y al mismo tiempo renunciáis a las cosas que valen la pena. Serán eternos, si. Pero estarán eternamente vacíos. Tú lo sabes. Estás encerrado en esa cárcel, presumes de no sentir necesidades corporales, pero me has robado un beso. Sólo para tratar de recordar qué se sentía al besar a una mujer.
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