Porque aunque diga cómo me llamo, que edad tengo y de dónde soy, son cosas superficiales...
Y como ya dijo una vez Antoine de Saint-Exúpery en ''El Principito'':''No se ve bien si no con el corazón,
lo esencial es invisible a los ojos.''
Así que creo que lo mejor aquí es siempre expresar lo que siento ahí dentro (que es donde realmente se siente, en el corazón), y dejarme de bobadas...
....
Se oye mi respiración entrecortada en los silencios que marca el protocolo del enamorado en esa tarde de verano, en la pared un reloj que va marcando los minutos que pierdo con el sueño de verle a la luz de un candil en mi cama, y él... él está detrás de esa puerta. No, no me atrevo, no puedo enfrentarme a una mirada que me escruta por dentro y se mete en mi mente para adivinar mis palabras antes de decirlas, ni a los acordes que marcan sus latidos, ni a zambullirme en los eternos grupos de sus camisetas, no me puedo enfrentar a la realidad de su presencia en 8 metros cuadrados donde respiramos el mismo aire, no puedo luchar contra ese cristal que se crea cuando estamos juntos y jugamos a ser mimos para entendernos, no puedo hacer frente a mis deseos de chillarle, de entenderle, de llorarle, de decirle que el desamor no es cosa de dos como él piensa, a él no me puedo enfrentar...
Entré por la puerta y me recibió su aroma que es una mezcla entre el olor de ropa nueva y del abandono de la inocencia, entre una mayoría de edad mal aceptada y la ilusión de ser una estrella del rock. En ese momento lo veo a él, me mira y noto que sus labios dibujan una leve angustia, una arcada de felicidad se dibuja en sus ojos pero de su boca solo sale un... ''cuánto tiempo''. Un cuánto tiempo, curiosa expresión para saludar a la mujer que te protegió de tus miedos durante tanto ''tiempo'', a la que juraste que 2 mas 2 eran 4 por nuestro amor, a la persona que solo necesita levantarse una mañana de verano y notar como aquella vez, que hay un bulto entre tus sábanas, eres tú, escondiéndote del despertar. Y yo... yo le respondo con un ''sí, tienes razón'' ¿qué le podía decir si el recuerdo me había hecho un nudo en la garganta?
Le observo como observa un medico a aquel paciente que delante de él se le ha escapado la vida y se sienta a llorar impotente, él se mantiene distante, inalcanzable, como si de una alucinación se tratase y cuando fuera a tocarle se convirtiera en arena que se desliza entre mis dedos, como un castillo de naipes que sabes que si lo tocas perecerá delante de tus narices, él y su aire de superioridad que lo convierte en el último poblador del Olimpo de los dioses, en el dueño de un pedestal que hay entre mi libertad y mi autoestima...
Él y sus ojos, que son tan grandes y marrones que al mirarlos te olvidas de que hoy es 22 de enero, de que hace frío y de que me siento sola, sólo existe en ese momento un punto negro en el infinito y un iris marrón que me observa...
Pero claro, no creo que eso sea suficiente como para lanzarme a sus brazos... aunque por otro lado, ¿qué tendría que sentir más para que lo fuera?
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