Nunca sabemos
Dónde
Cuándo
Cómo
Acabará nuestro juego.
Pero es lo único que nos queda.
Si no arriesgamos a que todo pueda ser diferente,
las preguntas que nos haremos serán mucho más dolorosas...
Y todas empiezan por eso que tan de los nervios nos pone:
''¿Y si...?''
¿Y si se lo hubiera dicho?
¿Y si él/ella también me quisiera?
¿Y si le hubiera pedido disculpas?
Y si...
Si no arriesgamos, corremos el riesgo de que toda nuestra vida sea un ''¿Y si...?''
Y supongo que nadie quiere que su vida se convierta en un mar de preguntas...
Arriesguémonos.
Es lo que nos queda.
Avanzar.
Y para avanzar, tenemos que despejar dudas, como en una ecuación matemática.
Por eso, me arriesgaré a mirarte a los ojos y a preguntarte, a confesarte, o a decirte lo que se me pase por la cabeza en el momento que crea conveniente.
Me arriesgaré a jugar, a lanzar los dados mientras aprieto los puños esperando que salga el número que tengo pensado...
[Al igual que confesarme, cerrar los ojos con fuerza y esperar un ''sí'' sin ningún ''pero...'' ]
Si las cosas no salen... Si el azar me traiciona...
Caeré al suelo, me dolerá, lloraré...
Le gritaré al azar que jamás me volveré a arriesgar en nada más...
Pero, pasado un tiempo, volveré a levantarme para volver a lanzar los dados...
Una vez más...
[Porque somos como un cubo de rubik... difíciles, pero no imposibles]
No hay comentarios:
Publicar un comentario